La 13-14 de Miguel Ángel o Qué hace Dios dentro de un cerebro


Michelangelo Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475 - Roma, 18 de febrero de 1564), conocido en español como Miguel Ángel, pintó los famosos frescos de la Capilla Sixtina en un momento en el que la disección de cadáveres humanos estaba totalmente prohibida. Otra más de esas prohibiciones antiguas que frenaban el progreso científico y humano y que eran consecuencia de la venenosa mezcla de poder e instituciones religiosas.

En la escena más emblemática de estos grandiosos techos, La creación de Adán, numerosos expertos, además de un servidor (que ni es experto ni es nada) señalan que la figura de Dios se encuentra dentro de lo que parece ser un cerebro humano al detalle, con sus arterias y numerosas cabezas conformando las distintas protuberancias, cisuras y circunvoluciones.

Es posible que la intención de Miguel Ángel fuera dejar pintada, a modo resarcimiento personal, una prueba (discreta pero eterna) de que él había visto cadáveres diseccionados (es perfectamente sabido que lo hacía de manera clandestina, como muchos otros pintores y escultores), como evidencia de su pasión por la perfección de la anatomía humana.

Otra posibilidad es que Miguel Ángel estuviera mostrando en su pintura una opinión. La de que Dios no es real por sí solo, sino que se encuentra dentro del cerebro del ser humano, dándole la vuelta a esta Creación de Adán, para ser el hombre el que crea a Dios con su dedo mágico. Esto explicaría de paso que, pese a que la historia bíblica cuente que el primer hombre fue creado por Dios a partir de barro, Miguel Ángel pintara a Adán con ombligo, señal de haber sido parido por una mujer. Esto último podría ser un simple "descuido", aunque me cuesta creer que un pintor tan meticuloso y detallista tuviera tal descuido.

Quizás simplemente se trate de una pareidolia, un engaño de nuestra percepción que nos hace ver un cerebro donde en realidad solo hay una tela volandera que casualmente toma una forma parecida. Puede que Miguel Ángel fuera un devoto cristiano creyente y que la grandiosidad de esta pintura saliera de su fervor y su puro amor al Altísimo.

Pero considero más bonitas las opciones antes citadas. Me gusta la idea de que Miguel Ángel se la metiera doblada a las autoridades de la época, que pagaron cantidades desorbitadas para la creación de esta y otras muchas grandes obras artísticas (que todos adoramos, no obstante) con el dinero que exigían a los hambrientos a cambio de la salvación. Y que dejara este "owned" en toda regla en su propio Vaticano, encima de sus cabezas para siempre.

¡Feliz cónclave!